No hubo una separación total entre los primeros hombres
y los neandertales. El hallazgo de evidencia genética ha demostrado que
el cruce entre ambos no solo fue viable, sino -probablemente- común.
El doctor Antoni Gomila investigó uno de los enigmas que
surgieron a partir de este descubrimiento. Para entender mejor este
hallazgo científico, “imaginemos que un grupo de
homo sapiens secuestró a una mujer
neandertal
para tener más capacidad de reproducción”, comenta Gomila. Si estas
especies coexistieron e, incluso, pudieron cruzarse, ¿tenían entonces
las mismas capacidades de
comunicación?
El genotipo lingüístico no existe
La búsqueda de “genes del lenguaje” despierta, cada vez más, el
interés de investigadores de las ciencias naturales y sociales. Cuando
se halló la evidencia de
ADN neandertal en los primeros
Homo sapiens, Gomila agrupó, en dos escenarios, las hipótesis sobre el rol de la
genética
en la evolución del lenguaje. La reproducción conjunta de ambas
especies apoya el escenario temprano: si la separación de los primeros
hombres y los neandertales fue parcial,
el lenguaje no es una propiedad evolutiva única de nuestra especie.
Esto no quiere decir, necesariamente, que los neandertales hayan
compartido las mismas habilidades lingüísticas de nuestros primeros
ancestros. Gomila argumenta que el hecho de compartir ADN no significa
que se tenga el mismo “genotipo lingüístico”, pues este ni existe ni es
plausible.
La primera razón es que si bien cada capacidad mental requiere de una
estructura genética, esto no implica que haya una parte específica de
nuestro ADN que constituya un “genotipo lingüístico”. La segunda: si un
bebé necesita estar en contacto con el lenguaje para desarrollar
capacidades lingüísticas, un “genotipo lingüístico” no es plausible. La
interacción siempre es necesaria.
“El cerebro es el resultado del aprendizaje y viceversa. Nuestras
experiencias cotidianas modifican nuestro cerebro. Cuando aprendemos
algo, una parte de nosotros cambia de manera permanente: los circuitos
cerebrales se reorganizan y los patrones de reacción hormonal se
modifican”, agrega Gomila.
Hacer nudos es como construir oraciones
Así, el enigma inicial no puede resolverse solo con la evidencia
genética. El factor social es ineludible. Por un lado, Gomila declara
que la evidencia arqueológica y forense señala que, culturalmente, los
neandertales y los sapiens eran similares.
Pero, por otro, la evidencia indica que los bebés
neandertales maduraban mucho más rápido que los bebés
homo sapiens; es decir, que los primeros tenían menos tiempo para construir relaciones complejas dentro de su comunidad.
Otra diferencia: en los sitios donde se encontraron restos de hombres
neandertales, no se halló evidencia arqueológica de técnicas para hacer
nudos. Los primeros sapiens sí las tenían. Así como las oraciones,
estas técnicas requieren de la capacidad de estructurar de manera
jerárquica y de identificar y crear patrones.
Lo que nos hace ser Sapiens
El doctor Gomila afirma que el lenguaje es un medio muy poderoso para
acumular el conocimiento y la experiencia humana, para transmitir esto a
las nuevas generaciones y para ordenar y regular la propia conducta.
Además, el lenguaje permite representar nuestra experiencia de modos
cada vez más abstractos: “Identificar el color de un objeto es
representar una característica superficial, los pájaros también pueden
hacerlo. Pero, gracias al lenguaje, nosotros somos capaces de
representar algo por su función y relación con nosotros. También
colocamos nuevas etiquetas lingüísticas a las experiencias nuevas”,
explica.
Gomila agrega que si bien los animales también pueden tener señales
para indicar peligro (por ejemplo), los humanos podemos comunicar el por
qué hay peligro. Otro ejemplo: “Los primates pueden responder a
imperativos como ‘haz esto’, ‘toma esto’. Pero, nosotros, además,
podemos describir esas acciones”.
La capacidad del lenguaje es lo que separa a los humanos de los
animales. Y esta capacidad, elevada y desarrollada en otros niveles, es
lo que separó a los primeros sapiens de los neandertales. El análisis de
la evidencia arqueológica lo señala. Así, lo más probable es que el
enigma inicial tenga un “no” como respuesta.
El doctor Gomila visitó la Universidad para dirigir talleres sobre
cognición y evolución, organizados por el grupo Mente y Lenguaje.
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